Sabíamos volar
“Hace mucho tiempo, cuando las mujeres fueron pájaros, existía el sencillo entendimiento de que cantar en la madrugada o cantar al atardecer era curar al mundo a través de la dicha. Los pájaros aún recuerdan lo que nosotras hemos olvidado, que el mundo está hecho para ser celebrado”. —Terry Tempest Williams
Hay una escritora del desierto de Utah que vive entre rocas rojas y me gusta mucho. Se llama Terry Tempest Williams, es ambientalista, le preocupa la suerte de la vida salvaje, pero también el porvenir de las mujeres. “Cuando las mujeres fueron pájaros” es el primer libro que leo de ella y es uno de esos que quisiera regalarle a todas mis amigas. Comienza con los diarios que le dejó su madre mormona al morir, todos en blanco. A partir de ese silencio, Terry se hace preguntas sobre su madre, las mujeres de su familia, sobre sí misma. Mientras nos cuenta lo que recuerda, habla también de la música compuesta en prisión por Olivier Messiaen, el canto de las ballenas, el estudio de los pájaros del antropólogo Loren Eiseley, o el lenguaje Nushu de las antiguas mujeres chinas. La traducción es de Isabel Zapata, una poeta que a su vez escribió otro libro que me encanta: “Una ballena es un país”.
Pablo d’Ors es sacerdote, escritor y fundador de una red de meditadores llamada “Amigos del desierto”. Su interés por el silencio, la necesidad de encontrar refugio en un mundo lleno de ruido, lo llevó a querer observar con detenimiento las consecuencias de simplemente sentarse a meditar o intentar meditar. Este pequeño libro es el recuento de ese viaje interno lleno de obstáculos, de esas “sentadas” y las consecuencias que poco a poco fueron trayendo a su vida diaria.