Enseñanzas de la flor de Loto
Para las religiones de la India, el loto (llamado “padma” en sánscrito) no es solamente una hermosa planta acuática, el loto y su flor son sagrados. Su existencia está llena de simbolismos, solo hace falta observar cómo interactúa con su entorno. El loto nace en aguas oscuras, pantanosas, y crece hacia la superficie con un objetivo: busca la claridad. Distribuye sus hojas flotantes en el barro, como si se trataran de una barca o un soporte, y deja que su flor se estire más allá del verde para olvidar las tinieblas de donde proviene. El agua lo purifica, y su movimiento a través de ella bien puede parecerse a nuestra práctica de yoga para llegar hasta la luz.
Podemos trabajar en la postura de loto (padmasana) o meditar formando un gesto ritual con las manos llamado “padma mudra”: empieza con tus palmas juntas al frente de tu pecho, deja dedo pulgar y meñique juntos, mientras que comienzas a separar los demás dedos formando una flor. Pero lo importante al hacer ambas cosas es recordar la eterna danza de opuestos, entre la oscuridad y la luz, que el loto simboliza. Existen dos palabras en sánscrito para darle nombre a esa pareja de contrarios.
La primera es “himsa”, la violencia, es todo lo que tiene que ver con la crítica, el juicio, los miedos y el descuido en que caemos cuando solamente queremos lograr una postura sin percibir si está bien o mal para nosotros. El propósito del yoga no está en la postura sino en la búsqueda de la luz, de uno mismo, del “ahimsa” (la “a” se antepone a himsa como negación, por lo tanto, significa la no violencia). En esta última palabra caben la bondad, la ternura y la posibilidad de honrar nuestro cuerpo y nuestra energía escuchándonos a cada momento, sin ir más allá de los propios límites. Es nuestra posibilidad de brillar.
La flor de loto también tiene conexión con el chakra anahata (el cuarto chakra, el del corazón), de donde surgen el amor, el perdón y la compasión. Así que si trabajas en padmasana, recuerda que se trata de una postura ambivalente, como el loto: aunque parezca sedentaria tiene la particularidad de conectarnos con la tierra y con el cuerpo, mientras que permite que la conciencia se expanda. Cuida tu cadera, rodillas y tobillos al permanecer en la postura, y busca la variación que mejor se adapte a tu cuerpo.